Después del hospital

miércoles, 21 de octubre de 2009

Continúo con lo que sucedió después... me quedé en que era viernes y seguía con el oxígeno.

Pues al día siguiente el médico pasó a verlo y le quitó el oxígeno porque solo tenía medio litro y que talvez no era necesario -para hacernos una idea de cómo estaba Tenoch cuando lo llevamos a urgencias por segunda vez... le tuvieron que poner ocho litros!!

Pues así estuvo, sin oxígeno, desde el sábado hasta el martes que volvió a verlo el médico (el lunes 12 fue festivo). Ese día nos dijo que lo escuchaba muy bien de los pulmones pero que le iba a hacer una radiografía de control, para lo cual tuvimos que esperar todo el día a que subiera el camillero, porque no podíamos ir por nuestro propio pie, y subió a las 20:30. Como el médico ya no estaba, tuvimos que quedarnos ahí otra noche.

El miércoles pasó el médico en la mañana y nos dijo que la radiografía había salido bien y que el pulmón se veía bien y ese día lo dieron de alta y nos dijeron que siguiera con el antibiótico para la neumonía durante otra semana.

Ya en casa, lo llevamos el viernes siguiente con su pediatra habitual y resultó que en el informe de alta no describieron el estado del pulmón (él le había escuchado un poco de flema en la auscultación), por lo que le tuvo que hacer otra radiografía. En esta radiografía (esta vez no tuvimos que esperar tanto) salió que si tiene un poco de flema todavía en un pulmón, por lo que nos dijo que lo tenía que volver a revisar la siguiente semana para ver cómo evoluciona y dependiendo de cómo lo escuche, le manda a hacer otra radiografía o espera a la siguiente semana.

Durante esta semana, Tenoch ha sacado flema y ha tenido flujo nasal y ayer terminó el tratamiento de antibiótico. Ahora solo está tomando un expectorante, por lo que supongo que tiene tanta flema y moco, y un tratamiento de hierro.

Esta semana no lo llevamos a la guardería ni lo llevaremos la siguiente. Mientras tanto, Zulema está trabajando (o al menos intentando) desde la casa para quedarse con él.


*Como nota curiosa, desde los últimos días en el hospital parece que se la abrió el apetito. Ha comido cantidades que antes eran impensables para él.

En el hospital

viernes, 9 de octubre de 2009

Así empezó el suplicio… El viernes en la tarde nos hablaron de la guardería para decirnos que Tenoch tenía fiebre, fuimos por él y lo llevamos con el médico porque había empezado con tos y mocos otra vez desde unos días antes. Lo auscultó y nos dijo que no se le veía nada malo pero que si seguía con fiebre que lo lleváramos al hospital para que le hicieran más pruebas.

El sábado durante el día siguió con fiebre pero se le controlaba con paracetamol. Pero en la noche no se le bajaba y tenía tos y casi ni durmió. Entonces el domingo lo llevamos al hospital y vieron que el nivel de oxígeno en la sangre estaba por debajo del 90% así que le tuvieron que poner oxígeno y ventilaciones de ventolín con la mascarilla.

Como no mejoraba mucho después de las ventilaciones (había subido a 94% pero no subía de 95%) y en la radiografía salió que tenía flemas en el pulmón, lo diagnosticaron de neumonía y decidieron ingresarlo para seguir aplicándole las ventilaciones.

Así estuvo el domingo y el lunes, con las ventilaciones hasta que el martes lo dieron de alta a medio día. Nosotros estábamos muy contentos y nos fuimos a casa pero a media tarde empezó a quejarse cuando respiraba y estaba muy desganado, así estuvo toda la tarde y en la noche lo llevamos otra vez al hospital porque hacía ruidos extraños al respirar.

En el hospital, apenas lo vieron y lo llevaron a una camilla a ponerle oxígeno porque lo tenía al 87%. Lo tuvieron así un rato y le sacaron otra radiografía y vieron que un pulmón tenía más flema, por lo que lo llevaron a la UCI (eso fue terrible para nosotros).

Estuvo en la UCI hasta el medio día del miércoles porque la pediatra dijo que estaba muy estable y no era necesario tenerlo ahí, que lo podían tener en cama aunque aislado porque le encontraron el virus de la gripe (la normal). Y aquí estamos desde entonces, hoy es viernes y Tenoch ya tiene un mejor ánimo. Todavía tiene oxígeno y suero pero  ya juega y se rueda en la cama (hasta donde puede por las mangueritas, que por cierto las muerde cada vez que se las encuentra). El médico dice que es mejor que se quede aquí el fin de semana para terminar el tratamiento con antibiótico.

La verdad no tenemos prisa por irnos, preferimos quedarnos aquí el tiempo que sea pero que mi niño salga bien, ya recuperado.

Veremos como va progresando.

Empieza la guardería

sábado, 3 de octubre de 2009

A finales del mes de julio me aprobaron una extensión de la beca por doce meses más, por lo que ahora no tengo pretexto para terminar la tesis en un año jejeje. Por lo tanto, ya no íbamos a poder seguir repartiéndonos los horarios con Tenoch, yo ya no iba a poder cuidarlo mientras Zulema trabajaba, sobre todo porque ya no se entretiene tan fácil y yo ya no podía hacer otra cosa, y entonces decidimos llevarlo a la guardería

Estuvimos buscando guarderías pero ninguna nos convencía del todo, algunas eran muy chicas o con muchos niños por cuidadora o todos los niños -grandes y pequeños- estaban juntos y casi todas eran lugares cerrados, como un refrigerador: la puerta y ya. Además, casi todas, las más baratas, eran como “parking” de niños, las cuidadoras solo los atienden cuando hace falta, les cambian el pañal, les dan de comer (este servicio se cobra a parte) pero no hacen actividades especiales como jugar con ellos.

Pues estuvimos buscando y finalmente, a mediados de agosto, encontramos una que nos gustó mucho. Es más bien como una escuelita, tienen grupos como de diez niños (máximo) separados por edades y los grupos de niños más pequeños tienen dos o más profesoras. También hacen actividades como cantar, pintar, jugar y no se que más. Como ellos dicen, los estimulan (a mí ese tema me tiene sin cuidado).

Este tipo de “escuelitas” están aprobadas por la Generalitat de Catalunya, por lo que tienen que pasar ciertos controles de calidad, como el tipo de suelo, o la ventilación, o el espacio interior o el número de niños por profesora y la alimentación. No se les permite llevar alimentos a los niños, solo algo para desayunar pero la comida principal no. Por supuesto, el servicio de comedor se paga a parte de la colegiatura, por lo que la mensualidad se vuelve un poco cara, pero al menos nos tranquiliza porque sabemos que come equilibradamente (nos dan el menú del mes y creo que come mejor que nosotros) y la comida está en buenas condiciones.

Otra característica de estas escuelas es que tienen un horario de entrada y salida definidos. Estos horarios nos dan la opción de ir por él a las 12 para llevarlo a comer y regresarlo a las 15 para después recogerlo a las 17. Desde luego este horario es incompatible con un horario de trabajo de tiempo completo, por lo que en nuestro caso, Tenoch se queda a comer y vamos por él a las cinco.

Los primero días le costó mucho adaptarse al horario, la primera semana fue solo dos horas diarias y el primer día se lo pasó llorando casi todo el rato. El resto de la semana se fue acostumbrando hasta que al final de la semana ya se divertía un poco con sus compañeros.

El problema fue cuando empezó a ir todo el día, de 9 a 17h, las primeras dos semanas estaba triste y no quería separarse de su mamá, si salían al parque no quería caminar, solo quería estar con ella. Afortunadamente se le fue pasando poco a poco y ahora no digamos que lo disfruta pero ya no sufre cuando lo dejo en la mañana, además ya juega y se divierte con sus compañeros.

Ahora empieza otro problema: las enfermedades. Bienvenidos al mundo de la guardería.

¿Gatear? No, gracias

En teoría, un bebé empieza a gatear entre los 8 y 10 meses. Existen muchas formas de hacerlo, desde arrastrarse como soldado hasta avanzar “a sentones” y por supuesto la más conocida a “cuatro patas”.

Pues Tenoch no ha querido hacerlo de ninguna forma, él desde los ocho meses descubrió que si movía un pie y luego el otro avanzaba muy bien siempre y cuando sus papás los sostuvieran de las manos. Y así se ha desplazado desde entonces, caminando. Y por supuesto, no se le ven ganas de aprender a gatear, “para qué”, ha de pensar, “si así me puedo mover muy bien y eso de gatear después no lo voy a utilizar”, mis compañeros de la universidad dicen que va a ser ingeniero, buscando la eficiencia jejeje.

El único inconveniente es que cada vez que quiere moverse tenemos que ayudarle nosotros. Desde luego, eso no es inconveniente para nosotros sino para nuestra espalda, pero se le ve tan contento… a veces cuando ve a su mamá o a mí desde lejos, se emociona y quiere correr para alcanzarnos y pone una cara de emoción… De verdad que verlo así provoca una sensación indescriptible.

No tengo fotos de él caminando pero sí a punto de hacerlo.

Gatear, no gracias

Nutrición emocional

jueves, 1 de octubre de 2009

Hace unas dos semanas platicaba con EC sobre la forma en que se “educa” actualmente a los niños. Básicamente el punto de discusión era si la falta de castigos, gritos y regaños formaba a niños irrespetuosos e irresponsables. Yo le decía que la violencia física y verbal no eran la solución y el argumento en contra era que en algunas ocasiones los niños no entienden.

En resumidas cuentas yo le dije que si una persona adulta con carácter fuerte era capaz de entender sin golpes, aún más un niño que tiene el carácter más dulce que se pueda imaginar, por más “travesuras” (ya ni esa palabra me gusta) que haga.

Pues hoy me encontré con este escrito de Laura Gutman en el que dice que lo que un un niño socialmente tachado de problemático está expresando es la falta de cuidados esenciales en la primera etapa de su vida. Esto es algo que está comprendido dentro del concepto del continuum y creo que da unas explicaciones muy sólidas para entender a los niños.

A quienes me digan que “eso dices hora que tu hijo no tiene ni un año, pero ya veremos después” les puedo decir que me consta en mi persona que es posible criar a personas responsables y respetuosas sin golpes ni castigos. Incluso diría que también es posible sin regaños pero mi memoria no da para tanto.

Bueno, pues aquí dejo el Newsletter de Laura Gutman:

Nutrición emocional
Si hemos atravesado nuestra infancia poco amparados o poco protegidos, haciendo grandes esfuerzos para sobre adaptarnos, es posible que en la actualidad entremos en competencia con los niños desde el hambre emocional. Grandes y pequeños nos pelearemos por un trozo de mirada, quejándonos de que nuestros hijos “están terribles”, son muy “demandantes”, estamos hartos de que “se enfermen”, o que “no respeten a los mayores”.  Nos parece inaceptable que abandonen la escuela o que se droguen o que no coman o que se escapen o que tengan sexo sin protegerse.
Cuando un niño no es suficientemente nutrido emocionalmente durante la infancia, va a seguir necesitando eso que pidió, aunque modificará el modo en que formulará el pedido. La edad no calma la sed. La edad sólo disfraza las necesidades primarias  en otras más presentables en sociedad.  El niño necesitado se convertirá en un joven desesperado, ávido, feroz.  Por eso, no importa con cuánta comida se atosigue, cuánta droga lo calme, cuánta agresión drene o cuántas pastillas lo duerman…no va a obtener cuidados maternos.  Esto es consecuencia de una gran equivocación. Porque toda droga va a requerir más dosis. Toda relación dependiente lo va a llevar a relaciones aún más destructivas. Toda dieta lo va a arrojar a un circuito de  restricciones. Todo acceso al alcohol lo va a dejar más prisionero de sus borracheras. Y toda distancia emocional lo va a colocar cada vez más lejos en su propio desierto.
Es verdad que tenemos la intención de amar y educar a nuestros hijos. Resulta que el amor puede estar presente como idea personal y colectiva. Pero amar concretamente a los hijos todos los días y todas las noches requiere comprender de dónde venimos…para entender las contradicciones profundas que sentimos cuando nuestros hijos pequeños nos demandan atención, presencia, conexión y amparo. Si nos sentimos desbordados o exigidos, es urgente emprender un camino de conocimiento personal, haciéndonos cargo de las improntas básicas que tenemos grabadas bajo la falta de cuidado o de palabras. Esas necesidades infantiles no nos fueron satisfechas en el pasado.  Ahora nos corresponde  reconocer qué es lo que nos ha acontecido, para decidir qué haremos hoy, es decir, cómo alimentaremos a nuestro niño herido y hambriento, para no trasladar esa hambre sobre nuestros hijos.
Laura Gutman