Esta semana hemos estado de celebraciones: mamá cumplió años, fue nuestro aniversario de bodas, y hoy se celebra el día de San Jordi, el día catalán de los enamorados. ¿Quién es San Jordi?
San Jordi, caballero y mártir, es el héroe de una gran gesta caballeresca, que la voz popular universal sitúa en las tierras alejadas y legendarias de Capadocia, pero que la tradición catalana cree que aconteció en los alrededores de la villa de Montblanc.
Dicen que asolaba los alrededores de Montblanc un monstruo feroz y terrible, que poseía las facultades de caminar, volar y nadar, y tenía el aliento hediondo, hasta el punto que desde muy lejos, y con sus exhaladas envenenaba el aire, y producía la muerte de todos los que lo respiraban. Era el terror de las gentes y por toda aquella comarca reinaba el terror más profundo.
Las gentes pensaron donarle cada día una persona que le serviría de presa, y así no haría estragos a diestro y siniestro. Ensayaron el sistema y dio buen resultado; el caso más difícil fue encontrar quien se sintiera lo suficientemente aburrido para dejarse comer voluntariamente por el monstruo feriz. Todo el pueblo concluyó hacer cada día un sorteo entre todos los vecinos de la villa y aquel que destinara la suerte, sería entregado a la fiera. Y así se hizo durante mucho tiempo, y el monstruo decía sentirse satisfecho, dejó de hacer los estragos y molestias que había hecho antes.
He aquí que un día la suerte quiso que fuera la hija del rey la destinada a ser presa del monstruo. La princesa era joven, amable y gallarda como ninguna otra, y dolía mucho tenerla que entregar a la bestia. Ciudadanos hubo que se ofrecieron a sustituirla, pero el rey fue severo e inexorable, y con el corazón lleno de dolor dijo que tanto esa su hija como la de cualquiera de sus súbditos. Así, el rey acordó que la princesa fuera sacrificada.
La doncella salió de la ciudad sola y espantada, y comenzó a caminar hacia la madriguera del monstruo. Mientras, todos en la villa, desconsolados y alicaídos, miraban desde la muralla como la princesa iba al sacrificio.
Cuando llevaba un poco caminando se presentó un joven caballero, montado en un caballo blando, y con una armadura toda dorada y reluciente. La doncella, asustada, le dijo que huyera de prisa porque por allí rondaba una riera que no bien lo viera lo haría picadillo. El caballero le dijo que no temiera, que no le iba a pasar nada, ni a el ni a ella, porque el había venido expresamente para combatir al monstruo, para matarlo y liberardel sacrificio a la princesa, como también a la ciudad de Montblanc del azote que le representaba la vecindad de aquel monstruo.
En estas, la fiera se presentó, con gran horror de la doncella y con gran gozo del caballero, que la acometió y de una lanzada la malhirió. El caballero, que era San Jordi, ató la bestia por el cuello y la dio a la doncella para que ella misma la llevara a la ciudad. El monstruo siguió todo manso y obediente a la princesa. Todo el pueblo de Montblanc, que había presenciado la batalla desde las murallas ya esperaban con los brazos abiertos a la doncella y al caballero, y en medio de la plaza descargó su odio contra la feria, de la cual pronto no quedó pedazo.
El rey quería casa a su hija con el valiente caballero, pero San Jordi replicó que no la merecía; dijo que había tenido una revelación divina sobre la necesidad urgente de ir a combatir al dragón feroz y liberar a la doncella, y con ella a la ciudad de Montblanc. Y así lo había hecho con la protección divina y por mandato divina. Por tanto, el no había hecho nada por él mismo y no merecía ningún premio.
Entonces, San Jordi desapareció misteriosamente, tal como había aparecido.
Existen otras versiones más idealistas en las que se cuenta que el rey prometió la mano de su hija a aquel caballero que lograra acabar con el dragón. San Jordi se ofreció, se enfrentó con la fiera y la derrotó. En este caso si aceptó el premio y la princesa y el caballero se casaron y fueron felices para siempre. Desde entonces, se celebra el 23 de Abril, el día de los enamorados en la tierra catalana. Cuentan que en el sitio donde se derramó la sangre del dragón pronto florecieron rosas rojas, y de ahí nació la costumbre de que los caballeros regalen estas hermosas flores a las damas en la diada de Sant Jordi.
(Narración tomada de aquí)