Yo nunca he sido especialmente aficionado a los animales y menos a tener mascotas. Para ser honesto los perros me dan miedo, los hurones y cualquier tipo de roedor me dan “cosa” y los gatos no me gustan nada, nada, nada.
A mamá tampoco es que la vuelvan loca los animales y los gatos tampoco le gustan nada, nada, nada.
Pues bien, ahora resulta que a Tenoch le fascinan los gatos. Puede dejar cualquier cosa con tal de ver un gato. Se detiene por la calle cuando ve una mochila, bolsa o camiseta con la cara de Hello Kitty (él me enseñó que “eso” era un gato). Ya identifica las casas donde viven algunos gatos y siempre que va al parque es parada obligada para saludarlos, para colmo hay unos gatos pequeños que se acercan a verlo (a él o a cualquiera que se detenga en la puerta) y él encantado. Tanto le gustan que hasta juega a que es un gatito. Se pone a gatas y ya sabemos que es el indicador para decirle “hola gatito”. Pese a todo esto, dudo mucho que algún día nos convenza de comprarle o adoptar un gato.
También le gusta detenerse en las tiendas de los chinos donde venden los gatos que “dicen ven”. De esos seguro que sí le compramos al menos uno.