Viendo el fútbol

sábado, 12 de junio de 2010

Me disponía a ver el partido Inglaterra – EE. UU., preparé mis trocitos de queso y mi cerveza bebida refrescante, los coloqué junto al sofá, en una silla que, bien adaptada, hacía las veces de mesita, tomé mi sitio, sonó el silbato que dio inicio al partido y… Tenoch se llevaba un trocito de queso. Lo malo no es que se lo llevara sino que no se lo comía, se lo llevaba a la boca, lo probaba, lo volvía a sacar y  lo colocaba en el plato nuevamente.

A la siguiente envestida fue por la lata de cerveza y mientras tanto yo, entre cada intento por esquivar la lata de su manita trataba de convencerlo de que el contenido no era agua precisamente pero él seguía insistiendo: “Aba, aba”.

Luego necesité levantarme y decidí llevarme el plato y  la lata para mayor seguridad, pero al volver ya no estaba mi mesita, ahora se había convertido en una plataforma desde la cual se podía saltar hacía el sofá. Conseguí convencerlo de bajar del sofá y la historia volvió a repetirse: él a intentar llevarse el plato, la bebida o la mesita y yo intentando salvar todo, ver el partido y jugar con él.

Así terminó el primer tiempo, Inglaterra y EE. UU. empatados a uno, el queso a la mitad, la lata de cerveza a punto de terminarse y Tenoch a bañarse que ya era hora de dormir.

El resto del partido no lo disfruté tanto como cuando lo “vi” acompañado de mi hijo.

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